Título: Invierno
Autor: Rick Bass
Editorial: Errata Naturae
Año: 2018

Descripción: En el valle del Yaak, Montana, viven treinta personas. Un auténtico paraíso salvaje. Sin embargo, allí las casas carecen de electricidad o teléfono, y el médico más cercano está a un par de horas en coche. En este valle, disponer o no de un hacha en un determinado momento puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Al llegar allí, Bass se ve irremediablemente atraído por esa realidad indómita y sus paisajes nevados, y decide rendirse al silencio y el aislamiento, y sumergirse en la naturaleza para aprender más sobre esa vida que le rodea, pero también sobre sí mismo. Un relato tan poderoso como lúcido, que es una celebración de ese paisaje blanco, ingobernable y feroz que reclama incansablemente vidas, que muchos han idealizado y en el que pocos se han atrevido a adentrarse.

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Reseña: Me llegó este diario/novela a través de Bookish, la caja literaria de la que un día os hablaré. Con una atractiva portada, me ha hecho conocer un sello editorial del que no había leído ni escuchado hablar hasta ahora.

Ha sido una grata sorpresa recibir este libro, ya que si no fuera por esta caja literaria quizás no lo hubiera comprado por mi cuenta, al desconocer la existencia de dicha editorial (Errata Naturae). Tal como anunciaban este libro, me ha servido para desconectar de las fiestas navideñas, ya que te hace aislarte y situarte en un lugar remoto, salvaje y solitario de Norteamérica.

Soy del sur y siempre seré del sur. Jamás me acostumbraré a la nieve: la lentitud con la que cae, cómo parece ralentizarse el mundo, cómo se ralentiza el tiempo, cómo se entierran la edad y el pecado y todas las cosas. No me importa el frío. La belleza hace que merezca la pena. (p. 117)

A modo de diario, Rick Bass nos cuenta su experiencia en el valle del Yaak, un lugar aislado del resto del mundo situado en Montana, pegando con frontera de Canadá. El autor se instaló junto con su pareja en este misterioso lugar, donde el invierno lleva asignado otro significado diferente al que conocemos. Viven el paso del verdadero invierno, donde en este lugar la temperatura cae hasta los 40 grados bajo cero y donde te las ingenias para sobrevivir con estas condiciones. El autor llega a este remoto poblado en primavera y durante dicha época y el verano se dedica a abastecerse de suficiente leña para poder sobrellevar el duro invierno. Nos cuenta detalles sobre los árboles, la forma con la que aprende a cortar sus maderas, cargarlas y transportarlas; la naturaleza y la diversa fauna que habita en el valle, la caza; y en resumen, la forma de sobrevivir en las grandes nevadas que caen en este lugar. No solamente se basa el libro en la dureza del invierno y su parte negativa, sino desde el lado optimista, donde se disfruta del valle a pesar de su dureza, contando el proceso de adaptación a este lugar hostil, prácticamente incomunicado y sin electricidad, donde el principal objetivo es prepararse para el invierno.

Como anotación, este libro me ha recordado a una de las frases de mi película favorita, Los amantes del círculo polar.

“Cuando hace frio la mayoría de las cosas van mas deprisa, o llegan antes. Me refiero a las casualidades. “Me encanta que haga frío!”

19 de Diciembre.

Ayer bajó de Alaska un frente frío que hizo desplomarse la temperatura de siete bajo cero a veintiséis bajo cero en menos de una hora; el viento arrancaba las rampas de los árboles, todo pasaba dando vueltas y el aire mordía, desgarraba. La temperatura siguió cayendo cuando se hizo de noche, haciendo crujir las gélidas estrellas, hundiéndose; tocó fondo alrededor de los treinta y ocho o treinta y nueve bajo cero y, de pronto, el viento desapareció. El frío permanece (el aire, inmóvil, como dijeron que pasaría): cuarenta bajo cero por la noche y veintitrés o veinticuatro bajo cero de día. Nos marchamos para visitar a unos familiares dentro de unos días, familiares de un lugar más cálido, y cortaremos el agua, vaciaremos las cañerías, lo dejaremos todo cerrado. Pero, de momento, dormimos delante de la chimenea, donde la leña arde sin interrupción, pasando torpemente las páginas de los libros con los guantes puestos.
Cuarenta bajo cero. Estamos un poco asustados. Estamos a merced del frío. Esperamos su misericordia. Es como si este frío brutal estuviera buscando algo, como si nos sobrevolara, escrutador. Espero que no encuentre aquí lo que escudriña. Quiero que pase de largo.
Dormimos dentro de los sacos. El fuego crepita, pero no parece emitir calor alguno. Nos acercamos a él todo lo que podemos. Este frío no puede durar: tres días, cuatro días, una semana como mucho, y debemos recordarlo.
Mantas que cubren las camionetas y los coches en los garajes. El generador no se enciente; no consigo que las válvulas se abran, hace demasiado frío.
Leemos, dormimos. No conseguimos entrar en calor. Pero, esto no puede durar. (P. 167).