¿Alguna vez te ha conseguido arañar un libro? Crisálida es uno de ellos, de esos que te dejan hasta una cicatriz. Una novela salvaje, totalmente emocional, que nos mete de lleno en la infancia rota de «Nada»; una niña asilvestrada que nos cuenta su historia desde un sanatorio mental.

Su padre, harto de la miseria en la Granada de los años 70, decide llevarse a su mujer y a sus cinco hijos a un rincón inaccesible de Sierra Nevada. Lo que comienza como una huida hacia una supuesta vida natural se convierte rápidamente en un descenso a la supervivencia más cruda. Allí, entre las montañas y los bosques, la familia deja de vivir para empezar apenas a sobrevivir, cazando incluso para comer, durmiendo en tiendas de campaña, rozando los límites de lo humano.

La voz que nos guía es la de “Nada”, la hija mayor. Ella, junto a sus hermanos está sin escolarizar. Y con un acento granadino que caracteriza todo el texto, nos relata la pesadilla vivida en su pasado, dibujando poco apoco el horror cotidiano que le tocó vivir.

Este libro se lee de forma bastante ágil, ya que está compuesto por capítulos breves, y se nota la mano de Navarro como guionista: hay frases e imágenes que parecen hechas para la pantalla, tan potentes que uno casi puede verlas y respirarlas. La atmósfera es oscura, asfixiante, y el bosque se convierte en un escenario de resistencia. Es, sin duda, un libro distinto a lo habitual, Navarro ha logrado crear un mundo muy perturbador.

Mención aparte merece la edición de Impedimenta: portada y maquetación cuidadas hasta el detalle. Todo un placer añadido para el lector.

En definitiva, si buscas un libro que no deja indiferente, lo tienes delante tuyo.