
Solvej Balle
El volumen del tiempo II
Anagrama, 2024
Un proyecto narrativo deslumbrante: la ciencia ficción al servicio de la meditación existencial.
«Me llamo Tara Selter. Me encuentro en el dieciocho de noviembre y hay eco a mi alrededor. Soy una criatura extraordinaria, que no debería circular entre personas que siguen una dirección determinada. […] Puedo contar mis días, y lo hago. Puedo escribir acerca de ellos, y lo hago. […] Puedo escribir lo que quiera y viajar adonde quiera, no me falta de nada. Camino por el borde de un abismo, cuento días y lo anoto todo. Lo hago para recordar. O para evitar que los días se me escapen. O tal vez sea porque el papel recuerda lo que digo. Como si yo existiera. Como si hubiera alguien escuchándome.»
Tara Selter, la librera anticuaria atrapada en el bucle temporal de un dieciocho de noviembre del que no encuentra modo de escapar, continua en este segundo volumen anotando sus reflexiones sobre la insólita situación que está viviendo. Regresa a la habitación de hotel en la que todo comenzó, hace una peculiar visita a su familia, emprende un viaje por todas las latitudes de Europa en un intento de recrear el paso de las estaciones y sigue haciéndose preguntas sobre quién es, quiénes somos, cuál es nuestra relación con el tiempo y cómo este nos configura.
Solvej Balle retoma en estas páginas su fascinante exploración novelística sobre la condición humana, en el que es, con sus siete volúmenes, uno de los proyectos narrativos más ambiciosos de la literatura europea actual.
Puntuación
Reseña
Tara Selter sigue atrapada… y yo también.
Estaba deseando volver a la meterme de lleno en esta misteriosa historia. Desde que leí el primer libro, sabía que tenía que leer pronto el segundo volumen. Esa sensación de estar atrapado en el tiempo, repitiendo una y otra vez el mismo 18 de noviembre, es tan intrigante como angustiante.
Tara lleva ya 368 días atrapada en ese mismo día. Un bucle eterno donde siempre ocurre lo mismo.
En este segundo libro, el escenario cambia ligeramente, pero la esencia permanece. En lugar de quedarse encerrada en casa, paralizada por la monotonía del bucle, Tara comienza a moverse. Necesita que sus días cambien, así que empieza a moverse por el mundo en un intento desesperado por crear la ilusión de que el tiempo avanza.
Esta vez Tara decide forzar la sensación del paso del tiempo. En su 18 de noviembre infinito, siente que necesita vivir las estaciones del año.
Para ello, comienza a viajar. Apunta en su cuaderno en qué mes del año estaría si los días pasaran con normalidad. Va hacia el norte de Suecia para sentir el invierno, a Londres en primavera, al sur de España para empaparse del calor del verano… Intenta, por todos los medios, aunque sea artificialmente, construir un calendario para que su vida tenga algo de más sentido.
Confieso que vuelve a ser algo repetitivo este segundo libro, sin embargo, mantiene un magnetismo en su interior del que no puedo escapar, me ha generado una curiosidad enorme por saber hacia dónde se dirige todo esto.
No puedes dejar de ponerte en su lugar, de preguntarte: ¿Qué haría yo si estuviera atrapado en un solo día?
Y como era de esperar, justo en las últimas líneas del libro ocurre algo que te deja más intrigado aún. Y ahora me encuentro aquí, esperando. Como Tara, pero en mi propio bucle de lector esperando el tercer libro. Necesito saber qué pasará. Me he quedado atrapado dentro de esta historia.