Caliente. Luna Miguel

Luna Miguel

Caliente

Lumen, 2021


Luna Miguel brinda en Caliente su narración más íntima sobre el deseo, el amor plural y la creación literaria; iluminadoras entrevistas en torno al placer y el autoplacer, y una lúcida lectura de una larga estirpe de escritoras que lo arriesgaron todo en su literatura, como Louise Glück, Cristina Morales, Annie Ernaux, Marina Tsvietáieva, H. D., Renée Vivien o Chris Kraus. Con «inteligencia y provocación» (Zenda), la autora «se impone «decir con rabia todo lo que no debo»» (El Cultural de El Mundo), y así, por medio de confesiones, reflexiones y citas, sin respiro, audaz y reveladora, vuelve a tocarnos con su mejor obra hasta la fecha.

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Puntuación


Reseña


¿Qué es más humillante: narrar el dolor, o narrar el placer?

Con esta pregunta que nos podemos encontrar en las primeras páginas del libro, Luna Miguel nos adentra en el mundo del deseo, del placer y autoplacer, así como la forma de entender el amor plural a través de una serie de breves fragmentos por los que está compuesto este ensayo.

Para mi, ha sido una lectura muy interesante donde se puede extraer multitud de reflexiones que dan para debatir abiertamente sobre los prejuicios que tenemos ante el sexo y de como aún actualmente se ve la masturbación femenina como algo negativo y estigmatizado.
Luna nos pone de ejemplo cómo desde la infancia, los niños y compañeros del colegio se mofaban de la expresión “hacerse un dedillo”, evocando ridiculez a esta acción de la que podías sentirse culpable; en cambio, hacerse una paja parecía sinónimo de rotundidad, asociando la masturbación femenina como algo negativo y degradante.

La autora, además intercala entre estos fragmentos el momento doloroso por el que pasó, tras que su pareja, Antonio, le confesara que se había enamorado de alguien más. Luna, a pesar del dolor, logró ver cómo se le abría de par en par la puerta de una habitación que hasta entonces le era desconocida, el amor plural, una nueva forma de entender el amor y las relaciones de pareja. Logró aprender y conllevar a que varias personas puedan convivir simultáneamente en nuestro corazón.

Me ha encantado descubrir la bibliografía de donde saca multitud de las reflexiones a lo largo de los fragmentos. Libros que ya han estado tiempo atrás de autoras feministas que han tratado previamente estas mismas cuestiones, como son obras de Anne Sexton, Annie Ernaux o Louise Glück. Ya me he anotado algunos de ellos para posibles próximas lecturas.

En resumen, un libro del que se pueden sacar multitud de pensamientos, acompañadas de una confesión íntima de la propia autora a través de su vida amorosa, miedos, dolor y placer, mucho placer.

Escribir es desnudarse. Y cuando una está desnuda, es vulnerable. No solo porque el ojo humano esté entrenado para mofarse de la cicatriz, o de la flacidez, o del simple avistamiento inesperado de un genital ajeno. Estar desnuda es exponerse a una luz que te quemará cada centímetro de piel desprotegido. O a un frío que te hará tiritar hasta teñirte los labios de azul. Cuando escribo me siento vulnerable. Qué frío tengo y sin embargo qué ardorosa mi carne.