Título: Formas de estar lejos
Autor: Edurne Portela
Editorial: Galáxia Gutenberg
Año de edición: 2019

Descripción: Alicia y Matty se conocen en un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos, se enamoran, comienzan una vida juntos, tienen eso que algunos llaman éxito: una casa, una carrera, un buen trabajo, un buen coche. Ella ha dejado atrás a su familia, sus amigos, su vida en Euskadi y se ha lanzado a una intensa carrera universitaria; él ha alcanzado esa forma de felicidad estable que crean las rutinas. Pero poco a poco se irán desvelando las mentiras y perversiones que se esconden detrás de la vida perfecta, también las múltiples maneras en las que el amor se confunde con sus imposturas. Los personajes de esta novela se mueven en un mundo de soledades compartidas en el que la violencia y el abuso se disimulan en silencio y se producen en espacios supuestamente seguros como la propia casa o la universidad. Alicia intenta adaptarse, encontrar su hueco en este mundo y llevar una vida feliz con Matty, pero el precio que paga es demasiado alto. En la distancia entre la realidad y el deseo de Alicia van creciendo nuevas violencias, que quizá no siempre estallan en puñetazos pero que van colonizando su vida, desgastándola paulatinamente. Llega el día, sin embargo, en que Alicia no se reconoce en esa realidad y se atreve a cambiarla, asumiendo las consecuencias.

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Puntuación: 

Reseña: Iba ya con grandes expectativas y con bastantes ganas de leer este libro al ver las buenas reseñas y opiniones que había leído en las redes sociales. Me uno a esas opiniones positivas, ya que estamos ante un libro muy interesante, con una historia dura, pero que te engancha.

En las primeras páginas conocemos a Alicia, una joven que emigra desde Euskadi hacia Estados Unidos para dar clases universitarias. Una etapa en su vida que la toma con ilusión y grandes expectativas. Allí se enamora de Matty, un joven que ha crecido con un padre violento al que no quiere parecerse y en sus primeros pasos, la vida les sonríe, yéndose incluso a vivir juntos. Así vamos conociendo a una Alicia a la que le va muy bien en su carrera, consiguiendo así vivir el ‘sueño americano’.

Comienza una segunda parte ya algo más dura y esa alegría de Alicia desaparece poco a poco. Debido a la falta de recursos emocionales y afectivos vividos por Matty en su infancia, termina por utilizar las únicas herramientas que conoce, que son las mismas que utilizaba su padre, apareciendo así la posesión, el control, desprecio y celos en la relación; echándole a Alicia la autoestima por los suelos y provocándole miedo.

Lo peor de esta relación tóxica es que Matty es un maltratador que no cree serlo, usando actos cotidianos de manera inconsciente que suponen empleo de violencia, ya sea verbal, o en cuanto a comportamientos y actitudes en el día a día. Este maltrato que aparece no es físico, sino que va maltratando psicológicamente a Alicia, haciéndola más vulnerable e hiriéndola interiormente haciendo invisibles al exterior las heridas que le provoca. Este maltrato psicológico al que Alicia es sometida es tan crudo que hace que te sientas dentro del personaje y hasta duela.

Pienso que con este libro, Edurne Portela quiere hacer una crítica a los maltratos que reciben hoy en día miles de mujeres, independientemente del nivel de vida, ya que cualquiera de nosotros puede ser vulnerable a estos maltratos psicológicos. Alicia tiene el perfil de una chica muy inteligente y no solamente le pasa a la gente sin recursos, llevando y sufriendo interiormente este maltrato.

A pesar de toda esta historia, consigue ser valiente y retomar poco a poco las riendas de su vida. Consigue salir adelante pero con un miedo terrible. Miedo cada vez que está sola, y terror a la simple aparición de su maltratador.

Se trata del primer libro que he leído de Edurne Portela, y me ha dejado con ganas de leer más sobre su obra. ¡Muy recomendable este título!

He cerrado la puerta de la calle con llave y echado los dos cerrojos. He comprobado la puerta corredera de la cocina y colocado el listón de madera en el raíl para trancarla. también he cerrado por dentro la habitación. no he dejado de repetir este ritual ni una noche. Me encierro como lo hacía entonces, cuando él vivía aquí, cuando dormía en la habitación al otro lado de la escalera de caracol y creía oír sus pasos por la noche acercándose a mi puerta.