Gozo. Azahara Alonso

Azahara Alonso

Gozo


«¿En qué momento mi vida empezó a ser accesible solo en vacaciones?», se pregunta la narradora, quien reconstruye su experiencia en una pequeña isla del archipiélago de Malta. Una abarcable geografía mediterránea, propicia para sentir y pensar también desde el cuerpo; el clima exacto para reflexionar sobre los dilemas planteados por el trabajo (o su falta), la política del tiempo, los envites del turismo, el deseo de autenticidad y tantos otros ambiguos imperios contemporáneos.

Gozo nos habla de la posibilidad de un placer casi sagrado, el de no hacer nada (o no hacer tanto, o no por necesidad). Y la prosa fragmentada que le da forma despliega, a la vez, una constelación de voces y pensamientos afines —de Georges Perec a Susan Sontag, de Roland Barthes a Maggie Nelson— dispuesta para la revelación de aquello que surge cuando, ante nosotros mismos, frente al espejo del mar, nos damos por fin tregua y nos detenemos.

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Puntuación


Reseña


¿Qué pasaría si pudiéramos detenernos un momento, desconectar del ritmo impuesto por la sociedad y dedicarnos a reflexionar sobre nuestras vidas?
Esta es la premisa que nos presenta Azahara Alonso en este libro que sin duda se ha ganado un lugar en mi lista de lecturas favoritas de este año.

La historia nos transporta a una pequeña isla perdida en el Mediterráneo, llamada «Gozo», donde la protagonista decide refugiarse para darse un año sabático en busca de una pausa en su ajetreada vida. Toda una utopía con la que muchos soñamos.
Harta del constante bombardeo y la presión por ser siempre productiva, se sumerge en este remoto rincón donde  los días transcurren con la calma que tanto anhela.

A modo de diario, la protagonista comparte con el lector sus vivencias en esta isla, donde vive con lo mínimo, con los ahorros que le quedan, disfrutando del tiempo libre sin sentir la constante presión de ser siempre productiva.
Su relato nos invita a reflexionar sobre la necesidad de llenar cada instante de nuestras vidas con actividades y responsabilidades, incluso en nuestros momentos de ocio.

Es imposible que no te sientas identificado con la protagonista. ¿Quién no experimenta la sensación de que los días y semanas pasan volando, viviendo por y y para trabajar, llegando al final del día con la lengua fuera?

Algunos recordarán cruelmente el confinamiento durante la pandemia del Covid-19 ya que les afectaría de lleno, pero yo lo recuerdo totalmente diferente. Para mi fue como un momento de pausa, con una reducción de jornada y a veces teletrabajando tenia muchas más horas libres para dedicarlas a disfrutar de muchas cosas que ahora, por falta de tiempo, no hago. Me dio por dibujar, por leer, por disfrutar de las manualidades… Ese parón repentino lo recuerdo como algo positivo, sin embargo, ahora en el día a día cuesta encontrar tiempo libre para cualquier actividad similar. Este paréntesis repentino en mi vida cotidiana fue un recordatorio de la importancia de detenerse y apreciar cada momento.

Es un buen libro para cuestionar las imposiciones de una sociedad obsesionada con el consumismo y la productividad constante. La autora desentraña las motivaciones que tuvo de tomar la decisión de abandonar temporalmente el trabajo y sumergirse en la vida sencilla de la isla. Su historia nos recuerda la importancia de detenernos, vivir con menos y disfrutar del tiempo libre sin sentir la constante presión de estar siempre haciendo algo en en un mundo cada vez más acelerado. Sí, me ha encantado esta lectura.