Una de las cosas que más me atrajo de este libro ha sido el homenaje que se le hace a la lectura y a la gente que sentimos amor por los libros.

Ha sido una lectura amena, con una historia cortita y conmovedora entre un joven y los últimos días de un librero.

Empezamos a conocer a Grégoire, un chico que busca su lugar en la vida, que de forma muy temprana se dedicó a trabajar, dejando de lado los estudios y terminando como cocinero en una residencia de ancianos.
Uno de los días que se dedica a repartir habitación por habitación la comida del día, conoce a Picquier, un anciano que se ha dedicado toda su vida a su librería, un amante de los libros, pero actualmente, debido a la ceguera que sufre, no puede disfrutarlos.

Al anciano se le ocurre de un día para otro que Gregoire podría dedicar una hora al día a leerle los libros que dispone. Es tal el amor por los libros que tiene, que le dejaron guardar tres mil libros en su habitación de la residencia, tras tener forzadamente que renunciar a su librería.

Me ha recordado a la película Intocable, cuando el joven cada vez hace más amistad con Picquier y ambos crean una gran relación, donde existe una gran complicidad, contagiando al joven su amor por los libros.

Vemos el cambio que va teniendo Grégoire y su evolución en cuanto a la lectura, teniendo incluso publico en varias ocasiones a la que leer los libros.

En resumen, una bonita historia donde existe una gran complicidad entre ambos personajes, haciendo un gran homenaje a la lectura, descubriendo el amor por la lectura, cosa que tendríamos que incentivar más hoy en día.